Gloria Gervitz preservó en su obra la tradición literaria judía la Secretaría de Cultura del Gobierno de México lamento el deceso de la poeta y traductora Gloria Gervitz.
La autora originaria de la Ciudad de México y reconocida por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2019 gracias a Migraciones (1991) —obra poética de largo aliento con más de 270 páginas de versos, a la cual el jurado destacó por su singularidad dentro de la literatura hispanoamericana—, dejó un prolífico legado a través de sus letras.
Conformado por siete volúmenes: Shajarit (1979), Yiskor (1987), Leteo (1991), Pythia (1993), Equinoccio (1996), Treno (2000) y Septiembre (2003), Migraciones fue el proyecto literario que Gervitz desarrolló durante más de 40 años y en el cual congregó la mayor parte de su trabajo poético.
En este sentido, la poeta, narradora y dramaturga, Ethel Krauze recordó la herencia cultural judía que Gervitz poseyó, así como la preservación de su tradición literaria a través de la palabra escrita. “Ella es un ejemplo del rescate de la memoria del espíritu judío por excelencia, que va desgranándose a lo largo de las muchas versiones de su libro. Y como buena judía, escribió un solo libro que es una especie de libro infinito”.
La escritora mexicana agregó que “Gloria fue una poeta que asumió de frente toda la tradición de ese pueblo, en donde se busca, a través de las palabras y de la escritura, el testimonio de la memoria; de esa búsqueda de los momentos estelares de la vida, para convertirlos en presencia constante mediante la poesía”.
Al mismo tiempo, recordó con cariño y nostalgia su relación de amistad y la elegancia con la cual la también ganadora del Premio Fernando Jeno en 1986 se entregó siempre a sus pasiones
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